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¿Cómo viajaban los antiguos romanos? (y las lecciones que podemos sacar de ello)

Viajar siempre ha sido una actividad relativamente moderna. Antaño, el viaje estaba reservado a la clase pudiente o a los aventureros, porque la mayoría de la gente normal apenas se alejaba unos cientos de metros de su casa durante toda su vida.

Con todo, los viajes de los antiguos romanos, a pesar de sus excentricidades y particularidades, también pueden darnos ideas sobre cómo viajar (o no hacerlo) en lo sucesivo. Y, sobre todo, contemplar con mayor perspectiva el ir y venir de un lado a otro tirando fotografías para subirlas a Instagram.

La comodidad romana
En la Antigua Roma, viajar no significaba necesariamente pasarlo mal. De hecho, muchos viajeros romanos lo hacían con tal lujo que, en ocasiones, parecía que se llevaban la casa a cuesta, como los caracoles. Como Nerón, que “nunca salía de viaje sin un séquito de mil carruajes como mínimo tirados por mulas con herraduras de plata”, tal y como escribe Suetonio en Vida de Nerón.
También era muy típico viajar tumbado en una litera, mientras los siervos tiraban de ti. Las literas estaban formadas por un armazón compuesto por correas que sujetaban un colchón sobre el que se repartían mullidos cojines. Es el caso de Augusto, que siempre viajaba despacio en litera y en jornadas breves, de manera que invertía dos días en llegar a Tívoli, que no estaba ni a 35 kilómetros de distancia de Roma.

También Celso, el gran autor de obras de medicina, decía en su libro La medicinaque viajar en litera es como ir dando bandazos en plena tormenta. Luciano, por su parte, decaía que ir tumbado en una litera es como ser transportado a la tumba. Y tal y como añade J. C. McKeown en su libro Gabinete de curiosidades romanas:

Arremete además contra los amos que, cuando van a pie, tienen criados que caminan delante de ellos y deben gritar y advertirles que tengan cuidado si va a venir una elevación o han de pasar por un bache, y recordarles, por extraño que parezca, que están andando.

Las quejas de Séneca
Séneca, en sus Cartas, también tenía algo que decir a propósito de viajar en litera:
Vuelvo ahora mismo de mi paseo en litera no menos cansado que si hubiera recorrido a pie todo el trayecto que he hecho sentado. Pues ser llevado largo tiempo en la litera constituye también una fatiga, y no sé si ésta no se acentúa aún puesto que ello va contra la naturaleza, que nos proporcionó los pies para que caminásemos por nosotros mismos… La debilidad nos la han proporcionado los deleites del tipo de vida que llevamos y hemos perdido la posibilidad de hacer aquello que durante largo tiempo no hemos querido hacer.
Los caminos

Se dice que todos los caminos llevan a Roma, y no en vano muchos caminos te permitían llegar hasta la capital del mundo. El Imperio Romano se había preocupado de construir una extensa red de carreteras, la mayoría de las cuales siguió en uso durante el siguiente milenio. Son las conocidas Calzadas Romanas.

Plutarco, por ejemplo, atribuyó el mérito a Gayo Graco, responsable de las reformas sociales del siglo II a.C, el mérito de ser el primero que puso en las calzadas piedras a los lados del camino, a corta distancia unas de otras, para que los que viajaban a caballo pudieran montar desde ellas sin necesidad de asistencia. Tal y como abunda McKeown:
Era un beneficio muy importante, ya que los romanos no conocían el uso del estribo. Probablemente fuera un invento chino que no llegó a Occidente hasta el siglo XV d. C. a través de los ávaros.